Para contar una historia es útil hacerse algunas preguntas. ¿Cómo sucede lo que voy a contar? ¿Cuándo sucede y dónde?
Juan Terranova
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Desde el 13 de abril al 1º de junio. Los miércoles de 19 a 21 horas.
Pero también, ¿cómo voy a escribir lo que quiero contar? ¿Qué hace que un relato sea un relato y no otra cosa? ¿Por qué una historia es mejor y otra no tanto? Todos, todo el tiempo contamos. Narraciones mínimas, importantes, olvidables, fundamentales. A veces no nos damos cuenta al hacerlo. A veces alguien nos cuenta algo y resulta un gran narrador oral y entonces al otro día repetimos esa historia y la mejoramos o la empobrecemos. Hacer consciente el valor de la anécdota es el primer paso para aprender a narrar. Y la mejor y más placentera forma de dar ese primer paso es leer. ¿Qué leer? Leer a los maestros del género: Poe, Quiroga, Calvino, Hemingway, King. Y también a los contemporáneos que hacen de la simplicidad, un arte, como Paul Auster. O a los que hacen de la violencia y el caos una ética vital, como William Burroughs. Propongo entonces un repaso acotado pero intenso por el plagio solapado o grosero, la trasposición, la cita, el homenaje y las versiones, la teoría y la práctica, leyendo y escribiendo sobre los hombros de aquellos que nos conmovieron con sus historias. Acordándose siempre que Thomas Bernhard dijo una vez que si alguien le pedían un consejo, él le contaba una historia, y que Virgilio Piñera escribió que si la montaña tenía mil metros de altura, lo mejor era comérsela de a poco.
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